España
y nacionalismos parece que son palabras inseparables ya. El nacionalismo ha
calado en parte de nuestro territorio y se ha extendido como una plaga. El
Estado autonómico solo ha conseguido multiplicar esto. Desgraciadamente pero
viéndolo desde el optimismo nos ha tocado y nos toca lidiar con el
nacionalismo, difícil contrario, hermano descarriado, pero hermano al fin y al
cabo.
Al
mirar el mapa español parece ser que todos los territorios están plagados de
nacionalismo. Además del vasco y del catalán están en gallego junto con otros
minoritarios como es el valenciano, el pancatalanista valenciano y balear, el
andaluz, el astur e incluso regionalismos leonés y castellano. ¿Qué ha pasado
para llegar a este punto?
En mi
visión ha sido un cúmulo de errores. Remontémonos en el tiempo. España (con
Portugal incluido) lleva siendo España desde la época romana como unidad
histórica y geográfica, además de cultural en su base y desde finales del siglo
V como nación con los visigodos, quienes no solo adoptaron el término de Hispania para denominar sus
territorios (Cosa que no hicieron ni Francos, ni Anglos, ni Sajones, ni
Lombardos…) si no que se denominaban a ellos mismos “reyes de Spania”. Se
unificaron todas las leyes, el territorio y la religión y España nació
entonces, no en la época de los reyes católicos.
La
invasión árabe separó los caminos de los españoles durante un tiempo, pero a su
vez nos enriqueció de manera asombrosa. Aún así el concepto de España seguía
presente. Carlomagno llamó a sus territorios en Cataluña la “Marca Hispánica”
diferenciada del resto de Francia jurídica y políticamente, mientras el título
de rey o emperador de las Españas campaba de un rey a otro, adjudicándoselo
entre otros el rey Sancho III de Navarra. Todos tenía en mente que los
territorios de la península ibérica formaban una unidad. Los portugueses hasta
el siglo XVIII se llamaban a si mismos “españoles”. De hecho los portugueses y
los mismos reyes católicos se negaron a que a estos mismos les llamasen reyes
de España, puesto que Portugal no estaba en esa unión.
Desgraciadamente
con los Austrias esa idea se perdió en detrimento de la de “unión de reinos”.
Con el
cambio de dinastía a la Borbón empezó también la Ilustración, que tanto mal ha
hecho a España. Desde entonces hasta nuestros días se ha intentado aglutinar
las diferencias entre los españoles que nos enriquecían en pos de conseguir una
nueva Francia, sin diferencias. Esto unido al cada vez mayor poder del Estado
sobre los ciudadanos (Que cada día aumenta) haría mucho mal a la larga para
España.
Las
rebeliones Carlistas no fueron si no la mayor expresión por la diversidad
dentro de la unidad inquebrantable de España que quiso el centralismo eliminar.
La poca educación, la ausencia de la enseñanza de la historia de España en los
colegios, la ausencia de banderas en edificios oficiales hasta 1908, las
diferentes banderas en la España del XIX… hacían el perfecto caldo de cultivo
para unos nacionalismos que llegarían.
Debido
a esto empezaron a surgir desde las élites económicas de las zonas más
desarrolladas de España un nacionalismo excluyente que solo buscaba el lucro de
unos pocos apoyándose en una verdad tergiversada como era que la diversidad
española estaba en peligro e inventándose que esa diversidad les hacía diferentes
del resto de España conformando así naciones inventadas que no tienen cabida en
el libro de la historia ni de la razón.
Sin
meternos en las mentiras de uno y otro nacionalismo y sus responsables (Quienes
no son nacionalistas, si no aprovechados) la mentira fue calando y con más o
menos fuerza ha llegado hasta nuestros días. El Estado autonómico solo ha
convertido a España de un Estado centralista a un Estado con 17 Estados
centrales aumentando el nacionalismo.
La
conclusión de nuestra historia es que somos un país único lleno de bellas
diferencias que enriquecen al conjunto nacional pero que no hemos sabido
armonizar. Debemos pues armonizar España, y debemos dedicarnos todos a esa
tarea. Hay muchos caminos, muchas maneras, pero poco tiempo. Si lo conseguimos
los nacionalismos desaparecerán pues nunca debieron haber surgido. Un nuevo
modelo de descentralización diferente del de las CCAA con divisiónes
territoriales como en los antiguos reinos de España podría ser una solución,
devolviendo competencias no al Estado Central, quien no debe tener demasiadas
para no convertirse en autoritario como en el pasado centralismo del XIX, si no
a los ayuntamientos, al ciudadano de pie, dejando solo aquellas que deban
distribuirse por igual en toda la población en manos del Estado central. La
educación no debe ser enfocándolo todo a la región donde se vive como ahora, si
no a la aportación de esa región al conjunto de España y viceversa, y así con
todo…
En definitiva hay que
actuar ya, dejarnos de peleas entre españoles y ver que por ser castellanos,
catalanes o navarros pertenecemos a ese ilusionante proyecto y destino común
desde hace más de 1500 años que se llama España.